Colinabo gigante de Löwenberg: ¡una verdura que inspira!

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Un colinabo gigante de Löwenberg inspira: Anke Kraatz y su padre Lothar Schoof comparten sus alegrías y recetas de jardinería.

Ein Riesenkohlrabi aus Löwenberg begeistert: Anke Kraatz und ihr Vater Lothar Schoof teilen ihre Gartenfreuden und Rezepte.
Un colinabo gigante de Löwenberg inspira: Anke Kraatz y su padre Lothar Schoof comparten sus alegrías y recetas de jardinería.

Colinabo gigante de Löwenberg: ¡una verdura que inspira!

En Löwenberg, donde todavía están vivos los viejos secretos de la época de la RDA, Anke Kraatz fabricó recientemente una auténtica “taza de verduras” del jardín de su padre Lothar Schoof. El impresionante colinabo pesaba nada menos que 2,7 kilogramos, medía 16 centímetros de alto y 18 centímetros de ancho. Hendrik, el nieto de Lothar, apenas pudo contenerse y levantó triunfalmente el colinabo gigante.

En un principio, Anke Kraatz había planeado cocinar una sencilla sopa de verduras, pero, dadas las dimensiones del colinabo, tenía que ser una sopa de colinabo sabrosa. Los preparó con panceta y peinetas, colinabo, hojas de colinabo y patatas y completó la receta con un roux. A ellos se unió Lothar Schoof, quien disfrutó muchísimo del almuerzo con su hija y su nieto.

Un jardinero apasionado

Lothar Schoof, de 73 años, es un jardinero apasionado con un impresionante jardín de 2.800 metros cuadrados en el que no sólo cultiva colinabos, sino también lechugas, rábanos, pepinos y muchas otras plantas. "Yo mismo cultivo todo en el invernadero", explica con orgullo. En primavera mezcla estiércol de caballo con la tierra para darle lo mejor a sus plantas.

Lo que llama especialmente la atención es que Schoof no utiliza ningún producto químico. En cambio, los remedios caseros tradicionales hacen maravillas, como el estiércol de ortiga, que se utiliza contra los pulgones. Esto lo convierte en un modelo a seguir para el cultivo sostenible, que además aporta a su nieto experiencia práctica en el jardín.

El colinabo en detalle

El colinabo (Brassica oleracea var. gongylodes) ha encontrado su lugar en Europa desde el siglo XVI y es muy popular debido a su aroma especiado y su densidad de nutrientes. El colinabo sólo contiene 28 kcal por 100 g, tiene poca grasa y está lleno de vitaminas como la vitamina C y B6, además de minerales como el potasio y el calcio. Las verduras no sólo son sabrosas, sino también saludables y versátiles, ya sea crudas en ensaladas o cocidas en sopas.

Un punto decisivo a la hora de cultivarlo es el lugar: el colinabo necesita un lugar soleado, cálido y protegido con un suelo rico en humus. Lo ideal es un valor de pH entre 6,0 y 7,0. "La plantación funciona de maravilla siempre que el suelo esté bien preparado", dice Schoof, y añade que la preparación del lecho debe realizarse en otoño para permitir que el suelo descanse durante el invierno. Después de la siembra, que se produce entre finales de marzo y principios de mayo, la tierra debe mantenerse uniformemente húmeda para que las plantas puedan prosperar.

Colinabo y vecinos

No se debe subestimar el vecindario en el jardín: el colinabo se lleva bien con pepinos, frijoles y guisantes, mientras que otros tipos de repollo no son los mejores amigos. Lothar Schoof practica un cultivo mixto en su jardín y garantiza así que sus plantas crezcan en armonía.

Al final resulta que cultivar colinabo no es nada aburrido. De hecho, es un arte que requiere paciencia y buena mano. Ya sea en su propio jardín o en el plato, a la familia Kraatz siempre le gustan las verduras frescas de cosecha propia. Y quién sabe, tal vez sea el próximo colinabo gigante el que se alce como un orgulloso trofeo.

Para aquellos que quieran probarlo: por cierto, se puede conseguir una cosecha de colinabo tan solo entre 7 y 20 semanas después de la siembra: ¡una excelente inversión para la salud!